¿QUIÉN LE PUSO UN CASCABEL AL LEÓN?
Escrito por: ©Enrique Santiago
Escrito por: ©Enrique Santiago
INTRODUCCIÓN
En el presente relato se narra la
conversación entre varios animales de la jungla africana. El
personaje central es un león macho que acaba de levantarse de su siesta
habitual de veinte horas. El tema de la charla gira en torno a que alguien le
ha puesto en la cola un cascabel al león. En la historia, de forma
satírica, puede palparse que los actos de violencia y muerte son parte esencial de la cadena ecológica que le dan equilibrio a la naturaleza. El drama bien puede adaptarse a una
obra de teatro o de títeres, así como a la realización de un cortometraje. Al principio y al final de la obra debe sonar una canción clásica de raíces africanas llamada en inglés: “the lyon sleeps
tonight”, pero que ha sido traducida al español.
LOS PERSONAJES
El León: Macho melenudo de aspecto
fiero y perezoso.
La Cebra: Miembro de la familia de
equinos salvajes de las sabanas africanas. Similar a un burro, pero con rayas
verticales en la piel. En esta historia el animal es de sexo femenino.
La Hiena: Depredador carnívoro o
carroñero de la selva africana. Son un tanto similares a los perros. Emiten
sonidos como cuando las personas se ríen. En este caso es un espécimen de sexo
masculino, pero con voz chillona.
La Jirafa: El animal de mayor
estatura del mundo. Posee piernas y un cuello bien largos. Su cabeza es similar
a la de un camello. En este caso se trata de un ejemplar de sexo masculino.
El Ratón: Roedor pequeño, de hábitos
similares en todo el mundo.
El Ñu: Animal de la familia de los
cérvidos. Son propios de las sabanas africanas. Son muy parecidos a los bueyes.
En esta parodia, el personaje es de sexo masculino.
EL ESCENARIO
Hay unas plantas colocadas por aquí y
por allá. Podrían ser plantas naturales o artificiales. Hay una especie de
alfombra en el centro donde aparece durmiendo el León al comienzo de la obra.
En la apertura del relato se deja escuchar una canción titulada “Dormido está
el león”, la cual viene siendo una traducción al español de la original en
inglés del grupo The Tokens, bajo el
título: “The lyon sleeps tonight”. Publicada
en 1961. Ambas versiones se pueden
escuchar en el portal www.youtube.com Si se examina con paciencia, existen
al menos tres versiones traducidas al español, una de ellas interpretada por
Martín González. Sin embargo, el verdadero origen de esta canción tiene sus raíces
en Sudáfrica, puesto que el coro corresponde a una canción llamada Mbube
(“el león” en idioma zulú) de principios del siglo XX.
PARTE ÚNICA
Se ve el León durmiendo en medio del
escenario. Mientras tanto se escucha una canción que dice:
En la jungla,
calmada jungla
Dormido está
el león.
En la jungla,
calmada jungla
Dormido está
el león
En la aldea,
tranquila aldea
Dormido está
el león.
En la aldea,
tranquila aldea
Dormido está
el león.
Calma niño,
mi dulce niño
Dormido está
el león.
Calma niño,
mi dulce niño
Dormido está
el león.
EL LEÓN (levantándose y estirándose.
Siente que algo está atado a su cola y revisa la punta). ¡Rayos y truenos!
¿Quién me ató un cascabel en la cola? ¿Existe alguien tan valiente en el
corazón de la selva? Me gustaría conocerlo. Han querido herir mi orgullo, pero
se equivocan. En caso de haber sido un animal comestible, yo le perdonaría la
existencia. Sé que la vida no es un juego de niños. La vida es cruel. Y más aún
para el máximo depredador de la selva africana. Debo matar por lo menos una vez
a la semana. Si no mato no como. Si no como no vivo. La naturaleza me puso con
ese fin. El África salvaje me dice que hay demasiados ñúes, demasiados ciervos,
muchos búfalos, muchas cebras, muchos jabalíes. Alguien tiene que encargarse de
controlar el exceso de consumidores de pasto. Sí, estoy bien claro en eso. Lo
que hago es cruel, pero mi final también puede ser bastante cruel: Algún día
otro ser melenudo como yo, más joven y más fuerte, vendrá y me sacará de mi
trono a punta de mordiscos y arañazos. El rey de la selva, altivo y poderoso,
también tiene fecha de vencimiento.
LA CEBRA (entrando). Buenos días,
señor León. ¿Qué hay de nuevo?
EL LEÓN. Buenos días. ¿Ves lo que me
han hecho? (mostrando el cascabel atado en la cola).
LA CEBRA. Ah, sí. Ya veo. Un
cascabel. ¿Quién se lo puso?
EL LEÓN. No sé. Terminé de echar un
descansito de veinte horas y fue cuando me di cuenta. Me gustaría saber quién
fue el que me lo puso.
LA CEBRA. No sé nada al respecto. Por
mi parte, no he sido yo. Siempre le he tenido mucho respeto al rey de la selva.
Afortunadamente, muchas veces he salido ilesa después de todas las carreras y
persecuciones de una manada de leonas tras otra manada de cebras. Pero llegará
el día en que esté vieja o muy enferma y ya no tendré las fuerzas suficientes
para seguir huyendo, y esa será mi hora decisiva. Terminaré siendo el banquete
de los que siempre se han comido a mis parientes. Sin embargo, esa no es razón
para que yo ande buscando mi muerte más temprano de lo debido.
EL LEÓN. No. No deseo matar a aquél
que me amarró el cascabel en la cola. Solo quiero saber quién fue como para
reconocer su valentía.
LA HIENA (entrando). Buenos días.
EL LEÓN. Buenos días. ¿Fuiste tú
acaso la que me puso el cascabel?
LA HIENA (riendo) No, de ninguna
manera (sigue riendo).
EL LEÓN. Bueno, sé sincera, Hiena,
dime si fuiste tú.
LA HIENA (riendo). No, de veras que
no fui yo.
EL LEÓN. ¿Es que nunca puedes dejar
de reírte?
LA HIENA (riendo). Siempre me río. No
lo tomes como una burla. Es algo que no puedo controlar. Es como un tic
nervioso (sigue riéndose).
LA CEBRA (a la Hiena). Eres la gran
burlona de la selva. Vives robando la comida a otros y, además, te ríes de tus
patrañas.
LA HIENA. Si supieras que a nosotras
también hay quienes nos roban la comida. Cuando los leones nos superan en
número nuestra cacería pasa a ser de sus garras. Por lo general nos comemos las
sobras de los leones. Nuestros dientes son trituradores de huesos.
LA CEBRA. Eres oportunista, te comes
nuestras crías y a nuestros compañeros enfermos.
LA HIENA (riendo). Lo mismo que hacen
los leones, chitas y leopardos. Yo solo cumplo con mi trabajo. No puedo hacer
otra cosa. Además, ustedes las cebras no son tan fáciles de atrapar. Cuando
corren en manada parecen una cortina de rayas móviles y uno no sabe cuál es la
que uno tiene que seguir. Lo otro es que tienen buenas piernas para echar
patadas. Una patada certera puede hacer pasar a mejor vida a un depredador
descuidado.
EL LEÓN. Basta ya de discusiones sin
sentido. La vida diseñó las cosas de esta manera. Es una cadena donde unos
sobreviven a costa de los otros. La vida puede ser momentáneamente buena y
placentera, pero al día siguiente puede ser sanguinaria y mortal. No hay
escapatoria. Nos queda a todos vivir el día a día, sin pensar cómo puede ser el
día siguiente ni la semana que viene. La vida es ahora y la muerte nos aguarda.
LA CEBRA. La muerte nos aguarda
primero a los más débiles, a los que no tenemos garras ni colmillos.
LA HIENA (riendo). No lo tomes de esa
manera.
LA CEBRA. ¿Y cómo debo tomarlo?
LA HIENA (riendo). Con optimismo. Las
hienas somos las optimistas de la jungla africana. El mundo podrá estar lo más
rete feo, pero no nos queda otra manera, no hay que dejar de reír.
LA JIRAFA (entrando). Buen día. ¿Cómo
están?
EL LEÓN (en coro con los demás).
Bien, gracias.
LA HIENA (a la Jirafa). Se te ve como
triste (se ríe).
LA JIRAFA. Es cierto, Hiena. Hace
días que ando deprimido. Ando bastante triste. Escuché tu risa desde los
matorrales y me vine a tu lado para ver si me contagias algo de tu humor
constante.
LA HIENA. ¿Qué te han hecho, señor
Jirafa? Cuéntame.
LA JIRAFA. Mi novia se fue con otro
macho.
LA CEBRA. No es para tanto. Búscate a
otra larguirucha. Se ven muchas por ahí en la sabana. Creo que las hay para
todos los gustos.
LA JIRAFA. Es que esta es especial.
Me gusta mucho. Sobre todo me encanta cuando se pone los zapatos de tacón alto.
EL LEÓN. Ten calma. Esos arrebatos de
tristeza pasan como la gripe.
LA JIRAFA. Es verdad. La tristeza nos
puede llevar al extremo. Ayer estuve buscando un árbol para colgarme, pero no
lo encontré en treinta kilómetros a la redoma. Todos son muy chaparros para mí.
LA HIENA. No es bueno que estés triste.
Mantente siempre cerca de mí hasta que se te vaya el guayabo.
EL LEÓN. Y a propósito, Jirafa, tú
que lo ves todo desde las alturas, tú que eres el vigía de la fauna africana,
por casualidad, ¿no viste quién me puso el cascabel en la cola?
LA JIRAFA. ¿Insinúas que soy un
chismoso?
El LEÓN. Desde luego que no.
LA JIRAFA. No. No vi nada. Estaba
mirando hacia otro lado, luego, en cosa de quince segundos, cuando te miré en
tu lecho de bello durmiente, ya te habían puesto el cascabel. Pero no vi al ser
que te lo puso.
EL LEÓN. Rayos, truenos y centellas.
¿Quién sería el que me lo puso?
EL RATÓN (entrando). Yo fui.
EL LEÓN. ¿Tú?
EL RATÓN. Sí, yo.
LA JIRAFA. ¿Estás bromeando,
ratoncillo?
EL RATÓN. Ah, sí. Ustedes porque me
ven chiquito me creen del todo incapaz.
LA HIENA. Faltarle el respeto al rey
de la selva podría significar una muerte segura. O mejor dicho: un desayuno
seguro. Aunque por tu tamaño, para el León serías solo un aperitivo (se ríe).
EL LEÓN. Las apariencias engañan.
Fuiste tú (al Ratón). Pero por eso no voy a comerte. Al contrario, mereces
respeto por tu valentía. ¿Y por qué lo hiciste?
EL RATÓN. Por venganza.
EL LEÓN. ¿Venganza? ¿Qué te hice yo?
EL RATÓN. Hace dos días que te
acostaste a dormir encima de mi cueva y me dejaste atrapado por veinte horas
sin salir a comer.
EL LEÓN. Lo siento. Te prometo que
eso no volverá a suceder.
LA CEBRA. ¿Y para qué ponerle un
cascabel al macho rey de la selva? Si este casi nunca caza. Se la pasa
durmiendo.
LA HIENA. Ni tanto. Cuando se dedica
a hacer cositas con las hembras se mantiene unas cuantas horas sin pegar los
ojos (se ríe). Por eso es que en el vecindario le llaman "La Bamba".
EL LEÓN. ¿La bamba? ¿Por qué?
LA HIENA. Porque te la pasas "allá arriba, allá arriba, por ti seré, por ti seré".
EL LEÓN. Ja ja ja. Tu chiste carece de gracia.
EL LEÓN. ¿La bamba? ¿Por qué?
LA HIENA. Porque te la pasas "allá arriba, allá arriba, por ti seré, por ti seré".
EL LEÓN. Ja ja ja. Tu chiste carece de gracia.
LA CEBRA. Es a las hembras a las que
se les debe poner campanillas para que cada vez que se muevan delaten su
cercanía a las presas.
EL LEÓN. Mala idea. Es como para que
nuestra especie se extinga por inanición. Además, ¿quién se atreve a poner cascabeles a mis chicas?
EL Ñu (viene cansado y camina
cojeando). ¡Oh, Dios! Por poco me come un cocodrilo cuando atravesaba el río.
Después, a unos metros de la orilla, un lote de leonas se nos echó encima.
Fue terrible, corrí en una estampida junto a miles de ñúes despavoridos en medio de una nube de
polvo. Esta es una vida de perros, digo, de ñúes. No es nada fácil. Un día de
estos tendré que renunciar a este trabajo.
LA JIRAFA. ¿Renunciar?
EL ÑU. Sí. Debe haber alguna manera para que uno deje de ser lo que es y abandonar todo lo que uno hace. Ponerle punto
final a la historia personal.
LA JIRAFA. Algo parecido pensaba hace
pocas horas. Pero colgarse no es la solución. Creo que debemos ser valientes y
enfrentar el futuro, por más incierto que parezca.
EL ÑÚ. Eso mismo fue lo que pensé antes
de atravesar el río. Era mejor saltar hacia un futuro desconocido que
mantenerme en un presente mediocre. Pero cuando sentí los dientes del cocodrilo
en una de mis patas, hubiera preferido regresar por donde me había venido. De
milagro me le escapé a ese monstruo. De verdad creí que se trataba de un madero
que flotaba en el río. La próxima vez no caigo en el engaño.
EL LEÓN. ¿Te corrieron unas leonas, dijiste?
EL ÑU. Sí. Hace unos minutos las leonas atraparon a mi
suegra.
LA CEBRA. Lo siento.
EL ÑU. No hay problema. Una suegra
menos. Hasta me provoca regresar a darle las gracias a las felinas.
EL LEÓN. ¡Ajá! ¡Ya me tienen el
desayuno servido! Qué fieles y diligentes mis bellas esposas. Para allá voy.
Vamos a desayunar, Hiena.
LA HIENA. No, gracias. Estoy llena.
EL LEÓN. ¡A comer! ¡La mesa está
servida! (Se retira).
Se vuelve a escuchar la canción del
comienzo. Los animales hacen una fila y se retiran bailando.
FIN
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