INTRODUCCIÓN
En los
funerales, particularmente de hombres que dejan riquezas, se suscitan una serie
de anécdotas como las que aquí se ilustran. Los deudos padecen de cierta
tristeza, pero por otra parte está la intriga por lo que deja el difunto. Y
muchas veces, en pleno funeral se descubren las intimidades más recónditas del
fallecido, cosa que deja llenas de asombro a las personas que velan alrededor
de su cadáver.
LOS PERSONAJES
LIBORIO.
El que está en el ataúd.
BERTA.
Mujer madura y elegante. Esposa de Liborio.
EL
HIJO. El hombre joven, hijo de Berta y Liborio.
BORRACHO.
Un hombre que entra a despedirse del difunto.
MÚSICOS.
Dos serenateros que trabajan en la funeraria. La canción "La muerte" es de autor desconocido, pero fue interpretada por el cantante mexicano Antonio Aguilar en los años 60s. El realizador puede optar por otra canción acorde al caso.
LA
MUERTE. La imagen clásica de una calavera encapuchada con una guadaña en la
mano. La guadaña es una herramienta agrícola que consta de un palo largo con
una cuchilla en el extremo.
DOS
MUJERES. Al funeral entran una madre con su hija a expresar pesar y
agradecimiento a Liborio.
EL
MORENO. Hombre joven de color, supuestamente hijo entre Liborio y una cocinera
negra.
OTRO
PAR DE MUJERES. Entran riñendo al recinto por equivocación.
ADELA.
La extrabajadora doméstica, mujer de color, cocinera en casa de Berta y Liborio, madre del
joven de color.
EL DE SOMBRERO. Hombre con aspecto de trabajador agrícola. Vendedor de cigarrillos especiales.
DOS AGENTES DE POLICÍA.
EL DE SOMBRERO. Hombre con aspecto de trabajador agrícola. Vendedor de cigarrillos especiales.
DOS AGENTES DE POLICÍA.
TRES
PERSONAS. Acompañantes silenciosos al lado de Berta y el hijo.
PARTE
ÚNICA
Están
la viuda y el hijo sentados al lado del féretro. Hay otras tres personas
sentadas en silencio.
BERTA
(Llorando)
¿Por qué te lo has llevado, Dios mío?
Si él era mi compañero de toda la vida. ¿Por qué? Si no estaba tan viejo.
EL
HIJO
Recuerda, mamá, debemos colocar junto
a los restos de mi padre un millón de dólares. Eso fue lo que nos dijo una vez.
BERTA
¿Qué? Le acepté miles de ideas locas,
pero esa sí es verdad que no.
EL HIJO
Madre, fue su petición. Además, dejó
bastante en sus cuentas bancarias.
BERTA
No insistas. Mejor le voy a introducir
sus tres tarjetas de crédito. Con eso puede comprar lo que quiera allá en el
otro mundo, porque el efectivo se le puede acabar en cualquier momento.
La
viuda se levanta y se acerca al féretro e introduce las manos como acomodándole
algo al difunto. En eso entra un hombre notablemente ebrio con un maletín de
herramientas.
EL
BORRACHO
¡Ay, mi amigo, mi gran amigo, mi amigo
del alma! ¿Por qué te fuiste así tan de repente? Sin siquiera habernos echado juntos
las últimas cervezas. No puede ser, hermano. No es justo.
(Al
ver que la viuda afanaba arreglando algo en el muerto)
Señora, déjeme esa tarea a mí. Yo le
acomodo el peluquín. Se le resbala como si tuviera mantequilla. Vaya usted
tranquila a su asiento que yo le pego su peluquín.
(La
mujer se vuelve al asiento, mientras el hombre saca algo de su maletín para
fijarle el pelo postizo al fallecido)
Mire, señora, venga para que vea como
le quedó. Fino.
BERTA
(Mirando
hacia el cadáver)
Ah, sí. Le quedó muy bien. ¿Cuánto le
debo por eso?
EL BORRACHO
No, no señora. No se preocupe por eso.
Por un poco de pega de zapatos yo no puedo cobrar. Sería una ofensa a la
memoria de mi amigo Remigio.
BERTA
¿Remigio? No, señor. Mi esposo no se
llamaba Remigio, se llamaba Liborio Arriechea.
EL
BORRACHO
(Poniéndose
los anteojos)
¿Qué? Oh, dispense usted, señora. Me
equivoqué de muerto. Es que estas funerarias con un lote de cuartos lo hacen
confundir a uno. Con permiso.
(El
borracho se retira. Entran al salón dos hombres con sendas guitarras y se
dirigen a la viuda).
MÚSICO
1
Dispense usted, señora. Somos los que
les damos la última serenata a los difuntos. Aquí está el listado de las
canciones en caso de que le interese.
BERTA
¿Cómo es eso? ¿Serenata para los
difuntos?
EL HIJO
Sí, madre. Eso se acostumbra. No
importa. Póngalos a cantar alguna canción de esas. Con eso colaboras con la
economía informal. De alguna manera debe vivir la gente, ¿no?
BERTA
Está bien. Canten cualquier canción,
por favor. Mi esposo no era dado a la música y ahora que está muerto, supongo
que menos le va a interesar.
Canción
interpretada por el dúo, mientras el personaje de La Muerte aparece al frente de
los cantantes:
Viene la muerte luciendo
mil llamativos colores
ven dame un beso, pelona
que ando huérfano de amores.
El mundo es una arenita
y el sol es otra chispita
y a mí me encuentran tomando
con la muerte y ella invita.
No le temo a la muerte
más le temo a la vida
como cuesta morirse
cuando el alma anda herida.
Dicen que van a asustarme
llevándome a tu presencia
si estas durmiendo en mi vida
es natural si despiertas.
Se va la muerte cantando
por entre las nopaleras
en qué quedamos, pelona
¿me llevas o no me llevas?
No le temo a la muerte
más le temo a la vida
como cuesta morirse
cuando el alma anda herida.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
mil llamativos colores
ven dame un beso, pelona
que ando huérfano de amores.
El mundo es una arenita
y el sol es otra chispita
y a mí me encuentran tomando
con la muerte y ella invita.
No le temo a la muerte
más le temo a la vida
como cuesta morirse
cuando el alma anda herida.
Dicen que van a asustarme
llevándome a tu presencia
si estas durmiendo en mi vida
es natural si despiertas.
Se va la muerte cantando
por entre las nopaleras
en qué quedamos, pelona
¿me llevas o no me llevas?
No le temo a la muerte
más le temo a la vida
como cuesta morirse
cuando el alma anda herida.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
Se va la muerte cantando
por entre las nopaleras
en qué quedamos, pelona
¿me llevas o no me llevas?
por entre las nopaleras
en qué quedamos, pelona
¿me llevas o no me llevas?
LA MUERTE
(Al público)
¿Alguno de ustedes quiere venirse conmigo? (Seguro que le responden que no). En verdad les digo que con este asunto de la peste del coronavirus he estado bastante ocupado en los últimos días y me siento algo cansado. Mejor me voy a pasar unas breves vacaciones en el mar Caribe. (Se retira).
(Al público)
¿Alguno de ustedes quiere venirse conmigo? (Seguro que le responden que no). En verdad les digo que con este asunto de la peste del coronavirus he estado bastante ocupado en los últimos días y me siento algo cansado. Mejor me voy a pasar unas breves vacaciones en el mar Caribe. (Se retira).
BERTA
Bonita canción. ¿Cuánto les debo?
MÚSICO 2
Denos 30 dolaritos.
BERTA
¿Tan caro?
EL HIJO
Ay, mami. No seas tan pichirre. Dales
lo que piden.
BERTA
Está bien, está bien. Gracias.
(Les paga)
MÚSICO 2
Gracias a ustedes. Con permiso.
(Entran dos
mujeres, aparentemente una es la hija de la otra).
MUJER 1
(Llorando)
Es que las personas buenas no duran
mucho en este mundo. Qué mala suerte.
MUJER JOVEN
Si no hubiera sido por este señor, yo
no hubiera podido estudiar en la universidad.
MUJER 1
Qué mala suerte, hija.
BERTA
(Comentando a su
hijo)
Mala suerte para las dos, quizás. No
eran extrañas mis sospechas con las andanzas del Liborio. Hoy ha sido uno de
los pocos días que tengo certeza dónde se encuentra, y mañana después del
entierro ya sabré perfectamente dónde está y quién se lo está comiendo.
EL HIJO
Mi papá era un zorro. Las dos no
tienen muy buena pinta. Creo que a ambas les cobraba en especies.
MUJER 1
Chao, mi Liborio. Me dejas triste y
con varias cosas pendientes.
(Ambas mujeres se
retiran)
BERTA
¿Escuchaste, hijo? “y con varias cosas
pendientes”. Quién sabe qué vainas le prometería el embustero ese.
EL HIJO
Mamá, por favor, ya no ofendas a mi
padre. A los muertos se les respeta.
BERTA
Era tan embustero, que hasta me parece
fuera de lugar que esté allí, adentro de ese ataúd.
(Hace entrada un
hombre de color, joven, y se dirige a la viuda).
EL MORENO
Disculpe. ¿Es usted la viuda del
difunto Liborio?
BERTA
Sí. Yo soy.
EL MORENO
Mis condolencias, señora.
BERTA
Gracias.
El desconocido se
sienta al lado de la viuda y del hijo.
EL MORENO
Quería decirle, señora, de buenas a
primeras, que yo soy hijo del difunto.
BERTA
¿Qué? ¿Y por qué no apareciste en mi casa
cuando tu padre estaba vivo?
EL MORENO
Me daba vergüenza.
BERTA
¿Te dio él su apellido?
EL MORENO
No.
BERTA
Me imagino que tu madre es morena.
EL MORENO
Sí.
BERTA
El Liborio siempre decía: Odio a los
negros. Siempre siento rabia cuando los veo.
EL HIJO
Lo que pasa es que él se refería a los
negros, pero no a las negras. Muchos blancos dirán lo mismo, pero todos desean
acostarse con Beyoncé o con Rihanna.
EL MORENO
¿Y de qué se murió?
BERTA
Estaba emocionado viendo un partido de
fútbol del Barcelona contra el Real Madrid, y en eso el juego fue interrumpido
por una cadena nacional de TV donde se puso a hablar pistoladas el presidente
de la república. Allí agarró una rabia, volteó los ojos, se tiró un pedo y se
estiró como una melcocha. Ese fue su fin.
EL HIJO
Los tiranos matan a la gente no solo con hambre. Las rabias también matan.
(De súbito, entra
una mujer al velorio y otra viene rápido detrás de ella).
MUJER 1
¡Remigio! ¿Dónde está mi Remigio?
MUJER 2
¡Ese no es tu muerto, prostituta, roba-maridos!
(Las mujeres se
toman por los cabellos).
MUJER 2
Me querías robar a mi esposo. Bueno,
ahí muerto ya no te sirve.
MUJER 1
Y a ti tampoco.
EL HIJO
Disculpen, señoras. Se han equivocado.
El difunto en esta habitación se llamaba Liborio. El finado de ustedes debe
estar al otro lado de la funeraria.
(Las peleonas se
retiran).
BERTA
Qué escenas tan especiales se ven en
los funerales. Creo que es mejor enterrar rápido a la gente para evitar estas escenas.
EL HIJO
(Al moreno)
¿Y quién te dijo que mi padre había
muerto?
EL MORENO
Me lo dijo Adela.
BERTA
¿Adela? ¿Cuál Adela?
EL MORENO
La cachifa que cocinaba en su casa
hace 20 años. Ella es mi madre.
BERTA
¡Dios mío! Miren a la Adela con su carita
de la Virgen de Guadalupe. También se la raspó el Liborio. Por eso fue que ella
se desapareció de mi casa sin decir ni adiós ni hasta mañana. La busqué por
todos lados y no la encontré. Extrañé muchísimo su sancocho de costilla, el
pasticho que hacía, el dulce de higos y el quesillo. Tremenda cocinera la Adela.
(Hace entrada una
mujer de color).
BERTA
¿Eres tú, Adela?
ADELA
La misma, señora Berta.
BERTA
¿Tengo que darte el pésame a ti? ¿O cómo
se le hace en esta situación?
ADELA
No sé qué decirle, señora.
BERTA
¿Por qué no me lo dijiste años atrás?
ADELA
Su esposo me lo impidió.
BERTA
¿Y ahora qué quieres de mí?
ADELA
La parte de la herencia que a mi hijo le
corresponde.
BERTA
Por lo menos hay que esperar que
entierren a Liborio. Esto es un funeral. No es momento de negociar lo que deja
una persona. Además, hay que hacer un análisis de CNN para comprobar el
parentesco.
EL HIJO
(Corrigiendo a Berta)
Mamá, no es CNN; es ADN.
BERTA
Ah, digo, ADN. Sí. Pero dejemos eso
para luego.
EL DE SOMBRERO
BERTA
EL DE SOMBRERO
EL DE SOMBRERO
BERTA
(Entra un hombre de sombrero con
pinta de granjero)
EL DE SOMBRERO
Buenas noches. (Algunos de los presentes le responden. Se
acerca al ataúd para ver al difunto). Sí, este es el mismo señor Liborio. (Mira
adonde está Berta y el hijo). ¿Ustedes son los familiares?
BERTA
Sí, señor. Nosotros somos la esposa y el hijo. Bueno, parece
que también el joven (señalando al moreno) es hijo. Me vengo a enterar de esa
novedad hace ratico.
EL DE SOMBRERO
Bueno, señora. En primer lugar, le doy mi sentido pésame.
BERTA
Gracias.
EL DE SOMBRERO
(Sacando un papelito del bolsillo de
la camisa)
¿Quién me pagará la deuda que el señor tenía conmigo?
BERTA
¿Usted era proveedor de la compañía?
EL DE SOMBRERO
¿Proveedor?
BERTA
En caso de que usted tenga las facturas correspondientes, la
administración de la empresa no dejará de pagarle, aunque el propietario haya
fallecido.
EL DE SOMBRERO
No tengo ninguna factura. Soy vendedor informal.
BERTA
Entonces no se puede hacer más nada. Para comprobar una deuda
informal habría que hacer una sesión de espiritismo para ver que nos dice el
difunto. Pero el tipo era tan agarrado que sospecho que incluso allá en el otro
mundo no deja de ser el mismo. Seguro que niega que le quedó debiendo a usted.
¿Y qué cosa le vendió usted a Liborio?
EL DE SOMBRERO
Me visitaba cada 15 días y me pedía fiado un cigarrillo de
monte. Se fumaba el cigarrillo allí mismo, en el patio de mi casa.
BERTA
Válgame Dios. Sé que existen marcas famosas de cigarrillos
como Camel y Marlboro. Mi esposo se fumaba un cigarrillo cada dos o tres días.
No era tan vicioso. Ahora bien, no sabía que existían esos cigarrillos de monte.
¿Y cuantos cigarrillos le quedó debiendo?
EL DE SOMBRERO
Dejó una deuda de 30
cigarrillos. Cada uno a 3 dólares da un total de 90 verdes. Aquí lo tengo
anotado (muestra un papelito). Me fiaba y pagaba retrasado dizque porque casi
nunca cargaba efectivo.
BERTA
¡Santo Dios! No sabía que existieran unos cigarrillos tan especiales.
EL DE SOMBRERO
Sí. Le gustaban mucho. Pero en el acto se emocionaba y a
veces se ponía triste y largaba el llanto. Hubo un tiempo en que mencionaba a
una tal Nora, decía: “¡Me arrepiento por lo que le hice a Nora!”. Se emocionaba
tanto que decía que la veía clarita allá donde tengo una mata de coco. Y me
decía: “Véala usted, amigo. Mire ese cuerpazo, esas curvas de guitarra. Tan
lindo que le queda ese tatuaje debajo del ombligo. Vea ese par de cocos”. Y yo
miraba y lo único que veía era a esa mata inútil que ni cocos produce.
BERTA
¡¿Qué?! Eso quiere decir que el desgraciado también se raspó
a mi hermana Nora. Bueno, ella en realidad nunca ha sido tan santita; pero si
más tarde se acerca al funeral le voy a preguntar si no quiere acostarse con él
un ratito más, allí dentro del ataúd a modo de despedida.
EL HIJO
Ay, mamá. Deja ya el fastidio. Para esas cosas ya no hay
remedio.
EL DE SOMBRERO
Disculpe, señora. Metí la pata. Creí que la tal Nora era
usted.
BERTA
Tranquilo, hombre. Creí que las sorpresotas de mi marido eran
exclusivamente mientras estuviera vivo. Pues vean, se murió y sigue haciendo de
las suyas. ¿Y qué más dijo mi esposo?
EL DE SOMBRERO
Dijo que después que Nora le dio de probar el plato fuerte
más el postre, él le embarcó con el millón de dólares que le había prometido, y
que era eso lo que más le remordía en la conciencia.
(En eso llegan dos agentes de policía).
AGENTE 1
(Al de sombrero)
¡Al fin te agarramos!
Manos arriba, sinvergüenza.
EL DE SOMBRERO
¿Qué pasa aquí? Esto debe ser un error, señores.
AGENTE 2
(Mientras le pone las esposas)
¿Error? Pues sí. Bastantes son los errores que has cometido, mamerto,
y por esos vas preso (se lo llevan).
BERTA
(Al hijo)
¡Guau! ¿Qué sería lo
que hizo?
EL HIJO
Andaba en negocios cochinos, así de simple.
EL MORENO
Es que
vender cigarrillos de monte no es legal, señora Berta.
BERTA
¿Y la deuda de Liborio con él?
EL HIJO
Olvídate de eso, madre. Las personas sin escrúpulos navegan siempre
sobre el mar de las mentiras.
BERTA
Sí, pero lo más coherente que contó fue lo de tu tía Nora. Ella
se mandó a tatuar un murciélago justo por encima de los vellos. Ese tatuaje no
se ve a simple vista. Para eso hay que quitarse la ropa. Qué barbaridad, el
velorio de Liborio ha sido hasta ahora una cosa verdaderamente impresionante. Y
la noche apenas comienza.
(Se hace una
pausa. En eso Liborio se sienta sobre el Ataúd con los ojos bien abiertos
mirando hacia el techo. Todos los que están allí se asustan).
ADELA
¡Ay. Liborio nos está espantando!
BERTA
¡Sálvanos, Jesucristo!
BERTA
¡Sálvanos, Jesucristo!
(Todos se retiran
corriendo y emitiendo gritos de terror. Liborio mira hacia los lados y se retira del ataúd estirándose y acomodando su cuerpo maltrecho).
LIBORIO
¿Qué vaina es esta? Se ve que a uno no
lo quiere nadie en esta vida. Medio lo ven a uno desmayado y ya lo quieren
mandar al cementerio. Tremenda pinta me pusieron encima, pero me dejaron
descalzo. A fin de cuentas, ¿a quién le van a lucir los muertos? Pero conmigo
se pasaron de brutos. ¿Qué tipo de médico examinaría mi cuerpo? ¿En dónde se
graduaría esa lumbrera de la medicina? Con razón que a muchos médicos les
llaman matasanos. ¿Cuánto tiempo la pasaría yo desmayado? Deben haber pasado
unas cuantas horas, porque me duelen todos los huesos. Por el día de hoy me río
de la muerte, pero más adelante será ella la que se va a reír de mí. Lo bueno
del caso es que aún faltan muchos amaneceres. Quizás.
¡Berta, mi amor! ¡Búscame unas chancletas, por favor! Mira que tu maridito ha resucitado. Ay, seguro que se pone a decir: "Bicho malo nunca muere".
¡Berta, mi amor! ¡Búscame unas chancletas, por favor! Mira que tu maridito ha resucitado. Ay, seguro que se pone a decir: "Bicho malo nunca muere".
FIN
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