INTRODUCCIÓN
En la presente historia se hacen dos
juicios al estilo de los tiempos modernos. Los sentados en la silla de los
acusados son en primer lugar Poncio Pilatos, y, en segundo término, José
Caifás. Se les acusa a ambos como culpables directos de la muerte de Cristo. A
lo largo de la narración, se ponen de manifiesto una serie de argumentos que
favorecen tanto a acusadores como a acusados. Para el primer juicio no se
llega a nada en concreto, mientras que para el segundo se llega a un veredicto
y a una condena bastante original.
LOS PERSONAJES
El Juez: Interviene en los dos
juicios.
El Fiscal: Interviene en ambos
juicios.
Poncio Pilatos: Gobernador de la
provincia de Judea en tiempos del Imperio Romano.
Abogado defensor: Interviene en los
dos juicios.
Barrabás: Personaje barbudo y
harapiento, criminal, expresidiario.
Miembros del jurado en juicio de
Pilatos: Fidel Castro, Adolf Hitler, José Stalin, Augusto Pinochet y otros
desconocidos.
Periodista: Personaje que interviene
en el cierre de cada uno de los dos juicios; dice llamarse Diego de la Vega.
Camarógrafo: Acompañante del
periodista.
Caifás: Exjefe de los sacerdotes del
templo de Dios en Jerusalén, tiempos de Cristo.
Nicodemo: Maestro versado en las
Antiguas Escrituras, formó parte del grupo de sacerdotes y sabios que
decidieron la muerte de Jesús.
Miembros del jurado del segundo
juicio: Batman, Superman, Hombre Araña, Mujer Maravilla y otros desconocidos.
ACTO I
JUEZ
Señoras y señores,
muy buenos días. Nos hemos reunido en el día de hoy para juzgar públicamente al
Sr. Poncio Pilatos, exgobernador de la provincia de Judea del imperio romano.
Tiene la palabra el Sr. Fiscal.
FISCAL
Muy buenos días.
El cargo por el que se le acusa al señor aquí presente es por homicidio en
segundo grado, tras lo cual fue cegada la vida de Jesús de Nazareth, hijo de
José y María. Quien fue crucificado vilmente sin haber cometido absolutamente
delito alguno. Se le acusaba por cosas que ni siquiera ofendían a las
autoridades romanas que sitiaban aquella región. Sr. Pilatos, ¿cómo se declara
usted ante tan injusto acontecimiento, culpable o inocente?
PILATOS
Me declaro inocente.
FISCAL
¿Por qué?
ABOGADO DEFENSOR
Protesto, Sr. Juez.
Soy yo el que debe explicar acerca de la inocencia de este hombre.
JUEZ
Aceptada la
objeción. Responda usted entonces en lugar del acusado.
DEFENSOR
El Sr. Pilatos es
inocente porque no fue él quien mandó a matar a Jesús, fueron los sacerdotes
judíos, con José Caifás a la cabeza.
FISCAL
¿Pero quién tenía el máximo
poder en el momento? ¿No era Pilatos el que estaba en la cúspide? ¿Quién podía
dar la última palabra? He ahí la clave: la última palabra.
DEFENSOR
Estoy de acuerdo con eso
de la palabra clave. Pero vamos a traer a un testigo para que nos ilustre bien
el escenario de aquellos instantes relacionados con el juicio a Jesús.
JUEZ
Hagan pasar al testigo.
(Hace entrada un hombre barbudo y harapiento).
DEFENSOR
(Preguntando al
testigo)
¿Cuál es su
nombre?
TESTIGO
Barrabás, hijo de
Salmón.
DEFENSOR
Sr. Barrabás, en aquel nefasto y
desatinado momento en que Pilatos mandaba a escoger entre usted y Jesús,
¿cuántos soldados romanos había en torno al gobernador?
BARRABÁS
Creo que unos diez o doce, más
o menos.
DEFENSOR
Y más o menos, ¿cuántas personas
venían detrás de los sacerdotes?
BARRABÁS
No sé decirle. Lo cierto es que eran
muchos, pues acuérdese que en aquellos momentos se celebraba la Pascua Judía y
se aglomeraban centenares de personas en Jerusalén.
DEFENSOR
Es todo, Sr. Barrabás. Puede retirarse.
(Pausa). Está claro, pues. Diez o doce soldados podían haber sido aplastados
por aquella multitud.
FISCAL
¿Para qué esta suposición? A
fin de cuentas, Pilatos le mandó a matar.
DEFENSOR
Pilatos fue presionado por los sacerdotes. Los
sacerdotes animaron a la multitud para que dijeran que liberaran a Barrabás en
vez de Jesús. La situación se volvió demasiado tensa. A Pilatos le pareció
buena idea lo de mandar a escoger a uno de los dos condenados, pero no le
resultó bien.
FISCAL
Y decidió lavarse las manos. Como queriendo
decir: No quiero morir yo junto a los privilegios que se me han concedido. En
su lugar, que maten a este pobre loco, porque en este mundo no hay sitio para
los justos.
DEFENSOR
Los que se lavan las manos
obligados por las adversidades de la vida, no pueden ser considerados
culpables.
FISCAL
Depende. Se ve a las muy claras, que su
decisión de lavarse las manos fue a favor de su propia barriga. Y eso no
es muy ético ni muy buen ejemplo a seguir.
DEFENSOR
Pilatos tuvo siempre la
intensión de dejar libre a Jesús.
FISCAL
El señor Pilatos, antes que
todo es un político, y como todo político, anhela el disfrute de los placeres
que otorga el poder. A causa de los políticos la vida en este mundo se ha
convertido en un círculo vicioso. Pues de los políticos nacen el hambre, la
guerra y la muerte.
DEFENSOR
Sr. Juez, señores del jurado, no tengo más que
decir en defensa del acusado. Y en caso de que mi representado sea declarado
culpable, le recomiendo a esta corte hacerle también un juicio al jefe de los
sacerdotes judíos, José Caifás. Pues aquí se observa que hay más de un
culpable. Además, Jesús era el Mesías, y de su vida y final ya se había escrito
desde hacía centenares de años atrás. Era lo que tenía que pasarle.
FISCAL
Señores del jurado. Todo está bien claro. La
última palabra la tenía Poncio Pilatos, y no sé de dónde sacó la idea de pedir
un tobo de agua para lavarse las manos. Creo en verdad que los romanos han sido
bastante creativos, y debido a su inteligencia natural quisieron hacerse dueños
de todo el mundo. Tal vez si en aquellos días hubiera existido el teléfono
celular, el Emperador de Roma hubiera decidido por el destino de Jesús, pero
aquellos eran otros tiempos.
JUEZ
¿Tiene el acusado
algunas palabras qué decir?
PILATOS
Insisto en que soy
inocente. Bastaba con mirar la presencia de Jesús para intuir que ese hombre
era un mensajero directo de Dios. Su aura era especial, e insistí a los
líderes judíos sobre su inocencia. Sí, es cierto también que, ante todo, yo era
político y militar, un calculador constante, buscando el modo de superar los
líos con las mentes de otros. Pero en lo que menos he estado de acuerdo es con
una oración creada por la Iglesia Católica (otro nido de políticos-sacerdotes
iguales a José Caifás de hipócritas), esa oración se llama “El Credo”. Por
favor, alguien aquí que rece esta oración hasta donde se me nombra de forma
impune.
FIDEL CASTRO
(Se pone de pie)
Ave María, caballeros. Yo me
sé bien El Credo, ya que estudié en una escuela católica donde nos hacían rezar
el santo Rosario todos los días. Ahí les va: “Creo en Dios Padre, Todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único hijo, quien fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos…”
PILATOS
¿Lo han escuchado? Se me
apunta como si yo fuera el gran responsable de la muerte de Jesús. Les sugiero
a las autoridades del Vaticano que en esa oración cambien mi nombre por el de
Caifás, pero que no metan allí la palabra “judíos” por ningún lado, ya que
entonces van a quedar mal parados como promotores del antisemitismo.
JUEZ
Cerrada la discusión del caso. Se
les agradece a los señores del jurado se retiren al salón trasero para que
deliberen y tomen una decisión al respecto. (Los del jurado se retiran).
ACTO II
Los miembros del jurado hacen entrada
y toman sus asientos nuevamente.
JUEZ
Se le agradece al Sr.
Presidente del Jurado ponerse de pie para indicarnos cuál fue la decisión tomada.
Adelante.
HITLER
Sr. Juez, ciudadanos
presentes, la decisión del jurado ha sido: Lavarnos las manos ante toda esta
confusa situación. (Alguien se acerca con un tobo y una toalla y los jurados se
van lavando las manos de uno a uno).
JUEZ
Luego de la extraña decisión de los miembros
del jurado, el juez de esta corte, por quedar totalmente confundido, le sugiere
al acusado acudir a otra instancia, como a la Comisión Internacional de los
Derechos Humanos, para que por lo menos le hagan borrar su nombre de “El
Credo”. Si no, también puede demandar al Vaticano por incurrir en el delito de
daños y perjuicios por difamación a lo largo de 2000 años. ¡Caso cerrado!
(Golpea con el martillo la mesa).
PERIODISTA
(Con micrófono en
mano y un camarógrafo al frente)
Buenos días. Nos encontramos en el Palacio de
la Injusticia, reportando para OjopelaoTV el juicio a Poncio Pilatos. El jurado
ha decidido lavarse las manos ante este caso tan difícil, y según el desarrollo
de las discusiones entre el fiscal y el abogado defensor, el asesinato de
Cristo tiene más de un culpable; y, al contrario de lo que se supone, uno de
los menos culpables es el mismo Poncio Pilatos, quien a lo último protestó por
la injusta difamación que le han hecho los católicos a lo largo de 2000 años,
colocando su nombre en la oración de El Credo. Se espera además la apertura de
un juicio a otro de los responsables directos del asesinato de Cristo. Les
informó, a través de OjopelaoTV, Diego de La Vega. Adelante, estudios.
ACTO III
JUEZ
Señoras y señores, muy buenos
días. Nos hemos reunido en el día de hoy para juzgar públicamente al Sr. José
Caifás, exjefe de los sacerdotes del templo de Yavéh, ubicado en Jerusalén,
capital de la provincia de Judea, país destinado por la Providencia a tener una
guerra detrás de otra con sus vecinos. Tiene la palabra el Sr. Fiscal.
FISCAL
Muy buenos días.
Al Sr. Caifás se le acusa por la muerte de Jesús de Nazareth, con la modalidad
de homicidio en primer grado; es decir, donde el victimario ha tenido todas las
ventajas, la premeditación y alevosía para causar la muerte. Jesús,
descendiente del linaje del rey David, fue secuestrado, torturado y crucificado
vilmente sin haber cometido delito alguno. A Jesús se le acusó por cosas que ni
siquiera ofendían a las autoridades romanas que sitiaban aquella región, pero
que en realidad despertaban el celo y el odio en quienes administraban el
templo, porque, a fin de cuentas, los líderes religiosos no son más que otros
políticos hipócritas. Señor Caifás, ¿cómo se declara usted ante tan injusto
acontecimiento, culpable o inocente?
CAIFÁS
Soy inocente.
FISCAL
(Con ironía)
Ja ja ja. Ay, sí. Qué carita de inocentón
tiene este muchacho.
DEFENSOR
Protesto Sr. Juez. Exijo
respeto a mi cliente.
JUEZ
Sr. Fiscal, sea más discreto
en sus comentarios.
FISCAL
Señores presentes, señores del
jurado, vean con cuidado a este tipo, más que sacerdote, con esa chiva que se
gasta parece más bien un náufrago. Vean esa luz extraña en sus ojos. Parece la
mirada de un águila arpía. No puede haber un mayor culpable que este ante la
muerte de Jesús. El Credo apunta a Pilatos. Otros dirán que los culpables
fueron los esbirros romanos quienes supuestamente vivían drogados (y entre
paréntesis, creo que a Mel Gibson se le fue la mano en su película ante la
exagerada paliza que se le pintó al Mesías. A alguien le dan una golpiza así y
lo tienen que llevar directo al cementerio). Para seguir, los centuriones eran
también unos verdaderos malandros tarifados por el tan cacareado gran Imperio
Romano. Y habrá quienes digan que el culpable era el que estaba allá en Roma,
mandando en medio de orgías y de cualesquier aberración humana. Pero no,
señores. Tuve anteriormente ante mis ojos, sentado allí, en la silla de los
acusados, al mismo Poncio Pilatos, pero ahora, con la pinta que le veo a este
señor, me convenzo plenamente que en este caso no hay que repartir las culpas.
DEFENSOR
Mi cliente no es culpable.
Culpable fue todo el lote de sacerdotes y ancianos miembros del Sanedrín.
Culpables fueron los apóstoles. ¿Dónde se hallaban en el momento que se escogía
entre Jesús y Barrabás? Culpable también fue el pueblo, un pueblo que se dejaba
manejar por los que estudiaban las antiguas escrituras.
FISCAL
Muy cierto: Un pueblo
que cayó en el error de darle libertad a un matón. Un pueblo gravemente
amnésico que no se acordó que en días recientes gracias a Jesús todos los
enfermos se curaban, los ciegos de nacimiento veían, los locos se volvían
cuerdos, los sordos oían, los mudos hablaban. Las mujeres que estaban como
Shakira: ciegas, sordas y tartamudas, volvían a la normalidad. Muchas veces los
pueblos actúan como rebaños de borregos. Y ahí está el detalle: Los sacerdotes,
principalmente José Caifás, gritaron a la poblada: “¡Que liberen a Barrabás!”
DEFENSOR
Jesús desafió el reinado del
César diciéndoles en la cara a los sacerdotes que él era el rey de los judíos.
FISCAL
Y de eso se agarraron los
sacerdotes para acribillarlo, porque, más que un desafío al César, Cristo era
una amenaza para los privilegios de la clase sacerdotal. El hombre era una
piedra en el zapato para quienes vivían como reyes a costa de los diezmos del
pueblo judío. Qué hipocresía la de estos avaros del templo. Sentenciaron a uno
de sus hombres más buenos, a sabiendas de que su nación estaba sitiada por un
imperio perverso y despiadado, contrario a las leyes de Dios.
DEFENSOR
Creo que Jesús fue uno más de
los culpables, porque sus palabras ofendieron a los grandes poderes de aquellos
días. Es más, Jesús tuvo un comportamiento suicida, y habiendo sido el mejor de
los oradores de la historia del mundo, se mantuvo callado a la hora de su
juicio. No se defendió a sí mismo.
JUEZ
Dejemos que el testigo tome la
palabra.
FISCAL
Disculpe, Sr. Juez, ¿a favor
de quién viene este testigo?
JUEZ
En realidad, no lo sé. Encárguese usted de
interrogarlo.
FISCAL
Estimado Sr. ¿cómo se llama usted?
TESTIGO
Nicodemo, hijo de Abdel,
maestro del templo de Dios en Jerusalén.
FISCAL
Ah, muy bien. Tenemos aquí a
uno de los cómplices de la muerte de Cristo.
NICODEMO
No, en realidad no.
FISCAL
Explíquese.
NICODEMO
Del lote de sacerdotes,
escribas y ancianos del templo, fui uno de los dos que insistimos en la
inocencia de Jesús. Pero no pudimos convencer a nadie más, ya que la autoridad
del jefe de los sacerdotes se imponía. Éramos dos contra muchos. Caifás pagó 30
dólares a Judas, para que este indicara el paradero de Jesús. 30 dólares eran
como 3 mil dólares de hoy en día. Vean ustedes hasta donde llega la maldad de
la gente, sean sacerdotes, discípulos o lo que sea. Vean hasta donde llegan la
envidia, la avaricia o el hambre por el dinero. Pude presenciar la ejecución de
Jesús y convencerme seriamente que se trataba de El Mesías, y que todo lo que
se había escrito acerca de él se había cumplido.
FISCAL
Todo está claro. No fue el emperador Tiberio.
No fue Pilatos. No fueron los malandros centuriones romanos. No fueron los
amotinados de las calles en Venezuela. No fueron todos los sacerdotes. Fue esta
sabandija (señalando a Caifás) que ustedes tienen al frente de sus ojos.
DEFENSOR
Protesto Sr. Juez, el fiscal no debe utilizar
términos tan denigrantes.
JUEZ
(Al Defensor)
¿Qué más puede usted decir a
favor del acusado?
DEFENSOR
Sospecho que Jesús fue una
especie de Albert Einstein de la época, muy revolucionario en sus ideas.
Sospecho que se echó a propósito la responsabilidad de asumir el papel de un
supuesto Mesías, ya que era un agudo estudiante de las antiguas escrituras, y
aprovechó el momento histórico.
FISCAL
No lo veo así. Einstein y Bill
Gates, revolucionarios de la ciencia y la técnica, jamás despertaron a los
muertos de sus sueños eternos.
JUEZ
¿Tiene el acusado algunas
palabras qué decir?
CAIFÁS
Siempre seremos inocentes
todos aquellos a quienes los pueblos nos entregan el poder. Los pueblos son los
verdaderos culpables, ya que ellos ven a sus líderes como si fueran ellos
mismos. Entonces, no es culpable el ciego, sino el que le da el garrote.
Malagradecidos los que me hicieron caso, después que Jesús les curó de sus
males, y prefirieron darle libertad a Barrabás. Juzguen a ese pueblo como
estúpido y no a mí. Pero, en definitiva, es absurdo que se me declare
responsable de la muerte de Jesús (a quien me importa un comino de si se
trataba del Mesías o no), ya que, como muchos lo atestiguaron, dizque se
levantó a los tres días de su lecho de muerte. Como buen saduceo, yo no creo en
la resurrección de los muertos. Yo sospecho entonces que Jesús fue objeto de un
ataque de catalepsia. Por mala leche, en aquellos días no se hacían exámenes
forenses y se creyó que el hombre estaba muerto, cuando en verdad estaba
desmayado con todas las funciones vitales disminuidas. Por lo tanto, si el
hombre no murió no se puede hablar de homicidio, en su lugar podría hablarse de
intento de homicidio, rapto y tortura. Por último, les agradezco a los
católicos que en adelante no me vayan a mencionar a mí en ningún lugar del
Santo Rosario.
JUEZ
Se les agradece a los señores
del jurado que, por favor, se retiren al salón trasero a deliberar sobre el
caso.
ACTO IV
Los miembros del jurado hacen entrada
al escenario del juicio.
JUEZ
Se le agradece al presidente
del jurado emitir el veredicto.
BATMAN
Debido a que los miembros del
jurado hemos encontrado a José Caifás más malvado y peligroso que los villanos
de Ciudad Gótica, lo declaramos culpable por el cargo que se le acusa.
JUEZ
La sentencia de esta corte, de
acuerdo con todos los elementos aportados por la historia y sus testigos, es la
siguiente: Se condena a José Caifás a ser colgado de los testículos, en un
árbol de la plaza Bolívar de Caracas. Se le amarrará una cabuya en las bolas y
se levantará por lo menos durante 20 minutos. Caso cerrado (Golpea la mesa con
el martillo).
PERIODISTA
Buenas tardes, señores
televidentes. Se acaba de dar el veredicto en contra de José Caifás, acusado por
homicidio en primer grado del Mesías, Jesús, el Mensajero de Dios. Al parecer,
la sentencia por parte del juez es hasta cierto punto “suave”, en comparación a
todas las maldades que fueron orquestadas por el condenado y que acabaron con
la vida de un hombre manso y justo. La condena consiste apenas en que Caifás
sea colgado de las pelotas, digo, de los testículos, en un árbol allá en la
plaza Bolívar de Caracas. Me imagino que debe ser un castigo terriblemente
doloroso para quien le toca vivirlo. Pero también es de imaginarse lo terrible
que se debe sentir un ser humano cuando es clavado y levantado sobre unas
tablas. Se puede concluir entonces que la justicia es ciega; las que no
son ciegas son las mentes de los jurados y de los jueces. Por lo tanto, el
mundo desde que es mundo está completamente loco. Les informó para ustedes, a
través de OjopelaoTV, Diego de la Vega. Adelante estudios.
FIN
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